sábado, 2 de octubre de 2010

Abel y Caín

Raza de Abel, duerme, bebe y come;
Dios te sonríe complaciente.

Raza de Caín, arrástrate
en el fango y muere miserablemente.

Raza de Abel, tu sacrificio
¡agrada al olfato del Serafín!

Raza de Caín, tu suplicio
¿acabará alguna vez?

Raza de Abel, ves prosperar
tus siembras y tu ganado;

Raza de Caín, tus entrañas
aúllan hambrientas igual que un perro viejo.

Raza de Abel, calienta tu vientre
en tu hogar patriarcal;

Raza de Caín, tiembla de frío
en tu antro, ¡pobre chacal!

Raza de Abel, ¡ama y prolifera!,
tu oro también se multiplica;

Raza de Caín, ardiente corazón,
guárdate de esos grandes apetitos.

Raza de Abel, tú creces y roes
¡como las chinches la madera!

Raza de Caín, arrastra
por los caminos a tu arruinada familia

II
¡Ah!, raza de Abel, tu carroña
¡abonará el humeante suelo!

Raza de Caín, tu tarea
no ha sido aún acabada;

Raza de Abel, para tu vergüenza,
¡las cadenas fueron vencidas por el venablo!

Raza de Caín, sube al cielo,
¡y arroja a Dios sobre la tierra!

Baudelaire

3 comentarios:

Soledad 6 dijo...

Más razón que un santo con dos pistolas.

Ahora y siempre, yo, HIJA DE CAÍN.

Anónimo dijo...

La ira de las uvas no acaba nunca. Los hijos de Caín continúan agonizando en el camino, pero muchos no se rinden.

El presente es idéntico al pasado.

La lucha no acaba nunca.

Indoo

Anónimo dijo...

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